Verosímil (mi silueta en tu boca, en la punta de tus labios)

Besos impregnados de cebada y el sabor del lager en tu lengua mientras naufrago en oleadas de deseo por tu boca. La conversación previa en el sillón, cuál protocolo ceremonial, para abrir tu apetito sexual. 

Te sumerges en mis ideas para contemplarte a ti misma a través de mis palabras. Te inquietas por volver a besarme y me gusta, te mantengo a distancia para ver como me deseas. Crees que tengo el control, pero no sabes que en realidad estoy a tu completa disposición: un juguete en tus pequeñas manos.

De la sabiduría al instinto visceral del placer en un salto. Te montas sobre mi con tus antebrazos en mis hombros, el olor de tu cuerpo captura mi atención  y mis ganas de comerte los pechos comienzan a medrar. La geometría de tus tatuajes pretende distraerme, pero no despego mi mano derecha de tu cuello, tomando lo que es mío mientras con la mano izquierda sostengo tu seno para comerlo. Tambaleas pero no sueltas el ritmo, tambaleas y siento como tu entrepierna se torna caliente, húmeda e impaciente sobre mi. 

El dominio cesa y la protagonista eres tú. Nuestras respiraciones ya sincronizadas en una danza de lujuria mientras desvistes mi torso. Tus frías manos se roban la calidez de mi cuerpo, me refrescan. Recorres con admiración mi pecho desnudo, tu frente se apoya en la mía y siento que existo para ser devorado por tí. Estoy completamente entregado a tí.

Me encargo de quitarte la poca ropa que aún cubre tu espalda y tu otro seno. Tu pecho se une al mío en un momento tan tierno, alterida extravagante. 

Te llevo a la pieza, tomada del cuello mientras te beso. Sobre tu cama mis piernas trenzadas a las tuyas. Una atmósfera y un cúmulo de seguridad en tus brazos, envuelto por tu suave y blanca piel me siento refugiado. 

Una ofrenda, en un rito para tu deleite, para ser devorada: mi espalda como pista de despegue. Recostado ante ti, tus gemidos en mi oído son perdigones a quemarropa que me elevan y encienden mi piel, me tienes extasiado y con los poros totalmente definidos. El cosquilleo de tus besos me desespera, me enciende y me vuela la cabeza. 

En tus manos la verosimilitud de mi ser, explorando los limites y esculpiendo entre tus susurros el deseo de consumir. Embriagado por la sutileza del movimiento de tus manos sobre mi cuerpo.

Retomo el control y eclipso la luz de la habitación con mi cuerpo en búsqueda de tu cuello. Ahora mis manos son cadenas que aprisionan tu delicadeza, posesivas y ansiosas de poder.

Ya dentro tuyo, nuestros cuerpos agitados envueltos entre gemidos, promesas y miradas llenas de deseo, en todo momento me doy cuenta de lo enamorado que me tienes y que tus manos sobre mi piel sellan ese sentimiento centímetro a centímetro.

Mi imperio cae ante ti, poderío curto y me arrebatas el control. En una noche completa mi silueta en tu boca, en la punta de tus labios.
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