El dia de ayer mientras veía la luna anaranjarse, tal atardecer fuera, debí darme cuenta que de tanto extrañarte el invierno se impuso incluso ante la llegada del otoño, sin esperar que el verano se retirara por completo.
Algo brota, medra el interior, adueñándose de un sitio que no le pertenece. El cuerpo consumido lo desconoce.
Algo brota, medra el interior, abonando con antiguas dudas la nueva incertidumbre. El cuerpo habituado lo desconoce.
Observo el reflejo y conozco el cuerpo; el cabello cobrizo o la tranquila respiración pero contiene a un otro.
Reconozco estas manos, la herida en el anular y el pasado, ese que ya no me pertenece.
Podría despedazar mi piel para mudarla, moldear en arcilla una nueva escultura o desvanecer la voluntad actual pero ¿Qué sentido tiene hundirme en la frustración?
Mi proyección en el lago me parece familiar, confuso y distorsionado al oleaje, completamente despersonalizado. Lo que en mí florece desconoce quien soy.
Quisiera creer que alguien ha tomado mi lugar, un simple impostor sería un relato facilista, porque la ruta se ha llenado de neblina y no conozco el camino.
Podría boicotear la andanza y bajarme a medio trayecto. Me abruma mirar atrás y saber que no veo el punto de partida, pero nunca me había sentido tan tranquilo estando desorientado.
Qué ironía, esta antítesis, encadenado al pasado por muy doloroso que fuera el infortunio; resistido al cambio. A pesar de todo, de tanto pedalear entre corrientes oscuras, ya no me reconozco.
Sólo me queda inhalar para continuar, a un nuevo destino convertido en un completo desconocido.
Nunca esperamos tanto la 508 como ese día junto a la Vane. Recuerdo cómo ese atardecer rojizo, en Macul con Grecia, coloreaba la cara de un pequeño mientras hablaba su acompañante. No sé si eran familiares, se parecían bastante. El hombre se veía afectado, muy apenado. Era el pequeño quien lo consolaba.
Después de un rato de desahogo, el niño le secó las lágrimas y lo abrazó fuerte para luego mirarlo a la cara y decir: “Lo difícil ya pasó, mira hasta donde hemos llegado. Fuiste insolente con la adversidad, como un copihue creciendo en medio del desierto”
No sé qué me depara el futuro, tampoco pienso mucho en ello. Aún así, los pocos planes que tengo se alimentan de tu recuerdo y las conversaciones que tuvimos. Es combustible para mi valentía.
Quiero reencontrarme contigo, de manera inocente, con alguna canción que me recuerda a ti."
Papá, en la fotografía que estaba boca abajo, entre las cosas que tienes de mi abuelo, aparece junto a él una mujer que no conozco. En el reverso de la foto estaba escrito eso y terminaba con un "te amo".